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miércoles, 23 de enero de 2019

VI. LOS NIÑOS DEL VETIVER: GUARDIANES DEL SABER

Cuando los rizomas se convierten en personas


Fotorreportaje ecologico por: Nicolas Rodriguez Donoso
Tutora del Trabajo de grado: Ayarí Orellanao

     


    La niñez es  una huella para el resto de la vida. David Nuñez Gutierrez , un adolescente de 14 años y Rocky, su perro de 4 años, comparten un momento íntimo como el de Rómulo y Remo con la loba protectora y madre  que los amamantó en la tradición romana. Los perros nos eligieron hace miles de años como compañeros, y ahora es el épico momento en el que una planta pionera (VETIVER) nos recuerda que siempre hemos estado unidos a la heredad de la tierra, del sol que la ilumina y de los seres verdes que la interpretan. Es un  momento de calma y concentración en el entorchado del Vetiver. David está apenas aprendiendo el oficio. Todo comienza poco a poco y la vida cobra un sentido mágico, porque por un instante, niño, perro y pastizal, se ven como siempre han sido los seres vivos, parte de la misma esencia, en el mismo viaje del aliento vital. El efecto y el afecto se unen en una explosión creativa de ecología profunda.


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  Miguel Angel Espinoza Nuñez es un tejedor incansable. Con sus 12 años ha decidido enseñar y jugar con el Vetiver. Es amigo de David, quien no puede caminar por un impedimiento físico. No hay obstáculos. Las sonrisas son como el agua, penetran y alimentan todo.   El Vetiver abre el compás de esta sencilla y poderosa alegría compartida.
  










     Para David, el entorche o enrollamiento del pasto es algo que disfruta, porque de la nada, aparece una crineja y es entretenido ver como se forma. Hay un punto de atención que importa mucho para poder aprender y crecer.










    A David,   le enseñó a entorchar el pasto Miguel Angel, y ahora él le está enseñando a Erik , de  6 años de edad y se incrementa la socialización de este conocimiento. El perro Rocky sigue allí acompañando a los niños.










   La pequeña niña de 9 años, Alexandra Maturet, alias Chandra, está mirando con cuidado, que es lo que puede hacer con el Vetiver. Edgar, el esposo de la Profesora Grace Rivero,  desdibujado en el fondo, pasea con su hijita. Cada quien haciendo suya la armonía del momento.









    Alexandra decidió incorporarse y Ana Victoria de 14 años, dirige la escena, junto a Miguel Angel de 10 años, alias "Miguelito". Miguelito entorcha y tensa la  crineja fibrosa del vetiver y Anita va cortando los pelitos de fibra que sobran.











     Mariangel Espinoza Nuñez, alias Puca de 8 años es observada por Valentina Reyes Hidalgo,  de 8 años también, porque de repente sintió que se había quedado absorta, quieta y extremadamente concentrada en el tejido.


    




     Mariangel ha crecido durante tres años con el Vetiver como vida y motivación de todos los días. Sobre una colcha de Vetiver se quedó dormida. ¿Que hay en el sueño de un niño complacido?. Quizás toda la inocencia de una semilla que germina y espera.













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     Cuando se camina por la  comunidad de la Montaña  observas los niños tejiendo, en el patio de su casa, y su ropa secándose con el sol yaracuyano. El vetiver es una bandera  creciendo al fondo en el pasto de la casa, y otros niños, están viendo y aprendiendo de lo que hacen los pequeños maestros tejedores . Anita Humedece la fibra de Vetiver y luego, Miguelito entorcha y teje sobre los esqueletos de  pequeñas sillas donde se estudia y donde se juega. Poco a poco, la fibra de Vetiver va vistiendo todo el lugar del encanto. Los niños del Vetiver de la Montaña jamás lo van a olvidar y más tarde, el camino recorrido tejiendo, será la semilla de confianza y amor por la naturaleza para el resto de su vida. Si puedes  entorchar, tejer y terminar tu obra en Vetiver, ¿ por qué no tener el coraje y la imaginación que requiere vivir, servirse y servir, conocerse y conocer, saber y compartir?  


Vetiver: requiere vivir, servir y servirse, conocer y conocerse

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