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miércoles, 23 de enero de 2019

II. LA GESTACIÓN DEL VETIVER EN “LA MONTAÑA”

De cómo en la tierra fértil del agroturismo ecológico 

germina el brote de Vetiver

Fotorreportaje ecologico por: Nicolas Rodriguez Donoso
Tutora del Trabajo de grado: Ayarí Orellana

En esta tierra de leyendas cuentan historias mágicas de espíritus poseídos por la naturaleza. Algunos lugareños aseguran que quien beba el agua de los manantiales de estas montañas yaracuyanas se quedará aquí para siempre.  Y así fue a  principios de 1990 cuando dos muy urbanos  caraqueños, comerciante y gerente bancaria llegaron a San Felipe, y elegidos por el cautivo encanto legendario decidieron hacer vida en el sector de la Montaña, primero como una pareja aventurera buscando privacidad y tranquilidad, y luego compartiendo con los turistas y amigos los servicios de una Posada que llamaron Momentos. La escuela agroecoturística había comenzado sin darse cuenta y el Pasto Vetiver era sólo un habitante invisible, un momento desconocido, un secreto en el profundo inconsciente de los creadores de la Posada reservado para el futuro.

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Se trata de Aura Ovalles y Efraín Pérez, dos caraqueños poseídos por el espíritu de la naturaleza y el servicio turístico. Y así, embrujados por la montaña y sus manantiales  se construyeron una hermosa residencia, como volviendo a armar la vida de las hadas y los habitantes del bosque en su propio espacio. Así llegaron las tejas, los espacios abiertos, el agua de manantiales en piscina y cascada, el caney, más habitaciones dentro de lo verde, y los árboles frutales como elementos de un cuadro pintado con los colores de la flora exótica tropical.  Semejante atractivo, fue compartido y se transformó en el centro de atención y hospedaje de turistas de todas partes, y más aún, el sitio de encuentro para comer y vivir una experiencia natural. La Posada Momentos es un cuadro vivo de energía y como lienzo los artistas comenzaron a pintar y a dibujar sus sueños.

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Los árboles centenarios como el Caro-caro que es, aunque parezca raro familia de la caraota, son testigos silenciosos, protegidos por la gente de Momentos. Abajo, la flora exótica de musas tropicales ornamentales, familia del cambur, así como las zingiberáceas. Todo está aquí. Bajo esta tierra todas las plantas se comunican por intrincados laberintos de hongos y bacterias. Este mundo sabe más del ser humano que el humano de ese mundo verde y silencioso. Pero nuestras intuiciones   sospechan  de ese encanto. Un propósito grandioso se entreteje, en estos bosques   donde no es mentira que viven aún lagartijas, iguanas y serpientes, herederas de los dinosaurios. Y desde esta plataforma de biodiversidad, todo es posible. Aquí está la estrella solar y el agua del cosmos, en verde clorofila y flores multicolores. Aquí esté la superenergía que hace posible las ideas y que seguirá                                                                                             llamando a la creatividad.


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Aura Ovalles y Efraín Pérez, habían transformado su casa en una Posada, en un centro para compartir experiencias ecológicas. Y esto no tardó en convertirse en una escuela de vida. Primero para todos los que laboran allí, unas 25 personas, y luego de jóvenes pasantes de diferentes universidades locales.  Los ancestros de Aura y Efraín, desde el campo andino y desde la manufactura del tabaco, hablan aquí como espejos. Se encuentra campo y ciudad unidos, naturaleza, agricultura y urbe, hay un encuentro que despierta  y necesita expresarse. Así ,  la tierra eligió a la Posada como Museo activo y creativo, para conservar y proyectar valores. Y en cada Momento de Momentos, un nuevo invento: El invernadero, el zoológico de contacto, las nuevas habitaciones, la cocina y menú renovados, tienda de artesanía, la sala de conferencias, el Centro de Masaje y el vivero.  

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Los nuevos espacios abrieron más la mente, había que hacer nuevos, funcionales e innovadores techos y recrear los lugares con mueblería que tuviese ese toque mágico, bello y duradero. Para ello, había que investigar en nuevas fibras naturales nativas. Un techo nos remonta a las primeras cuevas que habitamos como humanos, y también a los árboles a los que nos subimos hace miles de años buscando apoyo, escapando de los peligros. La mueblería  por otro lado es sinónimo de hogar, de ese lugar donde se reposa y siente la casa. Así, que si hay algo común en esta búsqueda, es la de un hogar donde vivir cómodamente, para darle protección  y descanso al cuerpo, y una oportunidad a la mente de invertir en la imaginación.


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En los albores del 2014, Efraín y Aura conocieron al pasto Vetiver y confiando de nuevo decidieron innovar y aprender  de las bondades del mismo. La idea extraordinaria, motivada por la experiencia de la Fundación Polar, era incorporar a la Comunidad de la Montaña, animarlos, darles apoyo técnico y pedagógico para hacer con ellos un equipo de cultivadores, cosechadores y usuarios   del Vetiver. Se requería un nuevo espacio y nuevo conocimiento para la siembra. Como todo, era sólo experimentar. ¡Había que correr el riesgo!, ¡Valía la pena correrlo!; Y volvieron a inventar sembrando a pleno sol, entre banderas y emblemas, un sueño de raíces menudas: El pasto Vetiver.


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¿El resultado?: Un espléndido pastizal. Efraín levanta los brazos, que como alas, anuncian el despegue y las gracias, sobre éste oráculo verde que prosperó. Es un ritual por la fertilidad de esta  tierra yaracuyana. Y es que el pasto te abre un sendero. Es más que una foto de plantas, es un sonido verde que recorre con corrientazos tu mente, que se regocija  en esta celebración. El Vetiver te anima, su crecimiento te alimenta y sembrado en la tierra, sólo verlo te hace pensar que todo es posible en respuesta al agua y a la energía solar. Un espectáculo de millones de años de evolución se repite en sólo tres meses en este  cultivo perenne. Y sólo hay preguntas: Ahora que se ha comenzado, ¿qué más se puede hacer? parafraseando a Efraín: "El laboratorio inspira y ayuda a entender que somos parte de todo esto, que somos guardianes  y estamos en diálogo con todo esto." Sí el ser humano siembra el Vetiver, es sólo un instrumento de esta naturaleza solar, que nace como Vetiver y piensa como humano consciente, en un equipo unificado.




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