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miércoles, 23 de enero de 2019

V. VETIVER: INTELIGENCIA Y CREACIÓN SOBRE UNA FIBRA PRODIGIOSA

Del como una técnica artesanal es modo de producción y de reflexión ecológica


Fotorreportaje ecologico por: Nicolas Rodriguez Donoso
Tutora del Trabajo de grado: Ayarí Orellana



De repente, se le hace un nudo en la garganta al fotógrafo. Mientras observa por su lente, tiene un extraño recuerdo´, un dejavú, como si él se encontrara  en otro momento del espacio  y del tiempo:  Homo habilis, -un pariente cercano del Homo sapiens actual-  en algún lugar de África, Kenia o Tanzania, tomando herramientas, dando los primeros signos de que los primeros seres humanos usaban sus manos como y para manejar   herramientas. Y de repente, de nuevo allí tomando la fotografía, viendo las manos mestizas en  la inevitable tentación de enrollar la fibra del Vetiver, para hacer algo, que no  se sabe que es, pero a la vez es un dictamen inteligente para hacerlo, un secreto a voces que te dice: “Cuando lo veas, observa… corta, enrolla y después anuda y después…no sabrás…”. Así comienza  un artesano de las cuerdas naturales que vibran y resuenan con la canción del mensaje inevitable: Tomar y hacer, confiar en el verde y crear, Pensando en Vetiver.
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   Ya se habían sembrado las plántulas en un espacio soleado , que no tenía árboles, hace 3 meses. Todo lo necesario para crecer era regar con el agua de la quebrada.

   Lección 1: Era el momento de cortar para cosechar las   hojas que son las antenas verdes del Vetiver. Hay fuerza en la mano para empuñar esta espada de hojas. El pasto no muere. Todo lo contrario, hay una sola palabra que se activa en el mensaje a los rizomas y raíces del lado oscuro: vamos a regenerar y  prosperar, hay que seguir echando brotes y fabricando azúcar traduciendo las ondas de la estrella solar".




 
  Lección 2:  La cosecha y cabellera de Vetiver es secada al sol.  Sus hojas ahora son  hilos de azúcar  con un toque de lignina. Bien secos están listos para comenzar a inventar en el telar de la imaginación.  En ese momento comienza el artesano. Hay mucho trabajo para todos los que están dispuestos a tejer. 

     Lección 3: La mano suave toca la fibra y la siente.  Aún, con los ojos cerrados, el Vetiver  penetra los sentidos y te anima a seguir adelante. Sobre un soporte metálico tipo marco, se sujeta la fibra y comienza el enrollamiento sobre si misma, el entorche.





       La mano dirige a la fibra. En nuestro cerebro, sentir y hacer, se conectan con la geometría de una espiral que va a ir creciendo en fuerza y sentido. Es un portal transformador de hoja de pasto a objeto creado.





      El trabajo es un arte de tejer, enrollando y apretando con firmeza la fibra humedecida en el agua de río del cuñete.  Las manos están coordinadas y dirigen el  concierto del entorche, como directoras de una orquesta de tejido. Al final de estas tres tardes de trabajo extra-escolares, estarán listas dos nuevas sillas para sentarse y hacer otras tareas. El trabajo terminado es la geometría de la comodidad y de la belleza emitida por esa alternancia cinética de una cabuya de Vetiver en un sentido y luego el otro, en un ángulo de 90 grados. 
      Pocos saben mucho de matemáticas, pero en esta calle creativa, muchas personas sienten a la matemática en su arte.     

   


   Firme, tensa fibra entorchada sobre si misma, continua el trabajo para cubrir las otrora sillas desnudas. Dedican toda una semana  profesores y aprendices, y con el tiempo todos tejen, porque hacerlo es como parte del recreo. Mientras tejes vacías la mente, y eres uno con el Vetiver.












     
  La mano y la fibra cuidan la cobertura de esta serpiente vegetal. Se Requiere paciencia, pero vale el esfuerzo, solo por el juego de enrollar y tejer. Los niños trabajan unidos e individualmente vistiendo estas viejas sillas, otrora solamente desechos. Ahora el Vetiver es el vestido de gala. No solo es la fibra, es la dedicada y delicada energía de este esfuerzo por transferir y multiplicar la belleza natural.










Hay un orden que invita al orden.  Se construyen poco a poco los asientos.  Aquí hay tiempo para cada uno y para todos. Cada uno reflexiona y respira y continua. Es una invitación a perseverar.











Jeriká  Eloí con sus 13 años está conforme y orgullosa de su asiento y dispuesta a continuar nuevos proyectos.









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Dice el artesano. “Si preparo las cuerdas o crinejas del Vetiver entorchado puedo hacer otras creaciones, y empezar la cestería, y el Vetiver no vence y no se lo comen las termitas. Seguramente porque tiene olor a perfume”.












En el patio de la casa mientras Teresa lava las ollas, Maríangel y Ana Victoria tejen, con la fibra del Vetiver sembrado en el patio de su casa. Tejer  en la montaña ya es algo cotidiano y natural.






Miguelito, un niño de trece años, entrega el secreto a voces de un artesano del Vetiver. “me siento tranquilo, mientras tejo pasa el tiempo y todo mi cuerpo está unido, ya no estoy solo y el Vetiver es un espejo donde mis pies y manos se alcanzan, hacen que me sienta capaz de jugar, inventar y no tener miedo, de estar reposando y volar como los pájaros… Vetiver es libertad”.








Vetiver: Es Libertad y quietud

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