Libros vivientes: encuentro de
generaciones y saberes
Fotorreportaje ecologico por: Nicolas Rodriguez Donoso
Tutora del Trabajo de grado: Ayarí Orellana
Fotorreportaje ecologico por: Nicolas Rodriguez Donoso
Tutora del Trabajo de grado: Ayarí Orellana
Tutora del Trabajo de grado: Ayarí Orellana
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La señora Egilda de Meléndez, la
querida abuela de la montaña, por supuesto que recibió a Grace y a Edgar con
mucha satisfacción, a ella le encantan las manualidades, le encanta tejer,
moldear arcilla y ahora trabajar con la fibra del Vetiver, ¡nunca es tarde para
aprender!, la abuela ha acompañado el proceso todos los días, durante todas las
visitas de los creadores Grace y Edgar al Yaracuy. Estos emisarios del Vetiver
llegaron motivados. Parte de este entusiasmo se derivó de proyectos de
responsabilidad social, empresarial, iniciados por convenios entre la Fundación
Polar y la universidad Central de Venezuela. Se iniciaba un genuino intercambio
de Valores y todos, grandes y chicos estaban dispuestos a vivir la experiencia
de sembrar, desarrollar los rizomas, crecer como Vetiver y ser parte de una
expresión creativa ilimitada.
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¡EMPEZÓ EL ENCUENTRO DE SABERES!
Grace y Edgar, eran los
personajes mas esperados siempre por la gente, durante los últimos 3 años. Siguen y
seguirán siendo bien recibidos en la comunidad de la montaña. Su
presencia es una suma de emociones, es una celebración, por un lado sus enseñanzas,
y por otro el sentir que eres visitado. ¡Y que todos van a tejer!. Para los
niños especialmente, un premio. Y hablando de niños, durante años, Grace
siempre quiso ser mamá y lo pensó y lo pensaron, y lo declararon. Misteriosa y
milagrosamente llegó el bebé, a quien amamantaron con leche de cabra… En la
comunidad se rumora ahora que ese bebé es un niño del Vetiver, porque sus
padres están enamorados de la vida y de lo que hacen
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Migue Angel, un niño de 10 años de la montaña, fue uno de los
que recibió con gusto el premio. Sus manos grandes y morenas se adaptaron de
inmediato al Vetiver y empezó un encuentro mágico. Es como darse cuenta en un
instante que esto que se aprende ha sido
siempre para él.
Para Valentina Reyes Hidalgo, una niña montañesa de 9 años, el Vetiver llegó en el momento justo. Ella ha sido una niña muy estudiosa y dedicada, perfeccionista. El Vetiver era divertido y serio a la vez. Iba con su estilo de personalidad, le permitía concentrarse y sentir que hacia algo muy bonito. Tejiendo se sentía más Valentina.
El encuentro de saberes afectó muy particularmente a Miguel, alias “miguelito”, quien le encantaba y encanta compartir lo que ha aprendido. Sus manos y pies prodigiosos, llenos de vida, hicieron una gran amistad con la fibra del Vetiver y miguelito empezó a ser también la labor de sus maestros. ¡Tiene confianza, sabe lo que hace!
El
circulo de la cultura estaba consumado, al estilo del maestro brasileño Pablo
Freire, todos unidos alrededor de un eje, un centro de atención. Con una sola
brizna de paja Vetiver, se había
encendido la mecha de una escuela en plena calle, un centro de atención y de
debate, un estímulo para mantenerse unidos, no sólo entre humanos, sino con toda
la naturaleza circundante. Los rizomas niños se estaban multiplicando.
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Vetiver: un puente entre generaciones de maestros y artesanos
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