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miércoles, 23 de enero de 2019

I. "LA MONTAÑA"


      Tierra mestiza del Yaracuy que descubrió el Pasto Vetiver

Fotorreportaje ecologico por: Nicolas Rodriguez Donoso
Tutora del Trabajo de grado: Ayarí Orellana



    Magia, cultura, leyendas y tradiciones mestizas nos sorprenden en la tierra venezolana de Yaracuy. Yaracuy es comunicación de la cultura,  es noticia e imagen ecológica emblemática de un país excepcional, Venezuela. En la amplia e interesante perspectiva que da un río navegable como el Río Yaracuy, que desemboca en el Mar Caribe, hasta el tejido de escarpadas colinas que suben hasta el cielo, se tejen historias de piratas,   caciques,   guerreros,   magos ,   artistas y   escritores, que vivieron aquí,  entre la tierra y el cielo.


Y para muestra de la riqueza tropical, un botón. La   Comunidad de la Montaña es un asentamiento humano   ubicado al noreste de la ciudad de San Felipe, a las faldas de los cerros y montañas de la sierra de Aroa.  Los cronistas de la Ciudad nos dicen que este sector es la heredad cultural de familias que migraron desde el Valle del Río Yaracuy hasta la falda de las montañas, buscando una nueva vida después del terremoto que afectó a gran parte del territorio de Venezuela en el año 1812. Este espacio fue el refugio de familias que lo habían perdido todo en aquella tragedia épica que afectó al norte de Venezuela, y que tuvo un papel fundamental en los ánimos independentistas de aquellos tiempos. “Si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca” dijo Simón Bolívar después de aquel  terremoto en el que se perdió la República recién declarada.  Aquí se forjó el punto de partida para explorar y formar asentamientos agrícolas y ganaderos que se mantendrían muy activos durante   unos 50 años en la segunda mitad del siglo XX.

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El pequeño puente  sobre la Quebrada de Agua Viva,  nos conecta a un sector de múltiples  riquezas: tierra, agua, bosques maderables, fauna silvestre, ganado lechero y de carne,cultivos como el café y el cacao y los frutales, que han sustentado el progreso  humano en esta comunidad. ¿El estilo de vida?.: Al principio Familias de agricultores y ganaderos, asentadas en granjas  pequeñas y minifundios. Luego, a finales del siglo XX  y a principios del XXI, la tierra se comenzó a comercializar como   tenencia municipal, y llegaron nuevas familias. Los nuevos tenedores de la tierra eran profesionales de diferentes áreas que vinieron a la comunidad para innovar en negocios de diferente índole, menos agricultura y más urbanidad, y en el fondo un nuevo espacio de decisiones, un espacio en plena evolución, un libro viviente que invita a la reflexión sobre el cómo vivir en estrecha relación y armonía con lo natural, aunque este propósito sea difícil de alcanzar.


      En cierta forma este sector de la montaña es un abismo, y es un territorio que está en esa frontera, donde seas o no fundador , humano o no, la cordillera te afecta, estás al lado de la ciudad, pero estás  al lado de los testigos silenciosos, animales y árboles centenarios, dentro de   un movimiento geológico de millones de años.  Rocky, uno de los perros de la vecindad   observa atento y detiene al tiempo en un solo instante. La mano de un niño detiene su agitado comportamiento y el ojo fotográfico hace el resto.  Muy cerca de todos sus habitantes silvestres y domésticos las fallas geológicas y los movimientos del granito y el cuarzo, animados por algunas de las arcillas más fértiles de Venezuela. La comunidad de la Montaña es una Venezuela en miniatura, por ello es joven y en pleno aprendizaje. El gran río Yaracuy que depende de esta gran cuenca, es lo que el Río Nilo en Egipto.  Es una tierra en permanente movimiento y nosotros aquí, como en África desde las montañas de Etiopía, donde nace el río Nilo.

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En cierta forma este sector de la montaña es un abismo, y es un territorio que está en esa frontera, donde seas o no fundador , humano o no, la cordillera te afecta, estás al lado de la ciudad, pero estás  al lado de los testigos silenciosos, animales y árboles centenarios, dentro de   un movimiento geológico de millones de años. Muy cerca de todos sus habitantes silvestres y domésticos, las fallas geológicas y los movimientos del granito y el cuarzo, animados por algunas de las arcillas más fértiles de Venezuela. La comunidad de la Montaña es una Venezuela en miniatura, por ello es joven y en pleno aprendizaje. El gran río Yaracuy que depende de esta gran cuenca, es lo que el Río Nilo en Egipto.  Es una tierra en permanente movimiento y nosotros aquí, como en África desde las montañas de Etiopía, donde nace el río Nilo.
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Los pobladores actuales son alrededor de 300 familias donde los abuelos agricultores coexisten con hijos dedicados a actividades urbanas, que coparticipan con sus abuelos en actividades agrícolas, y está la nueva generación de niños y adolescentes que hacen eco con sus gritos y juegos al pie de la montaña  : una verde cordillera que es la divinidad hecha savia fotosintética y lluvia, que alimenta con sus manantiales, la fuerza que abajo tienen los ríos del valle.

En los momentos de celebración la comunidad se reúne, aquí están en la última fiesta de navidad, cuando todos los niños fueron invitados a un compartir y cada familia de la montaña puso su granito de arena para  divertir a los niños en una de las piscinas de las minigranjas. El agua fue el caldo de esta diversión decembrina a pleno sol, después de 4 meses húmedos de lluvias y tormentas eléctricas que transformaron la montaña en una sala de conciertos con ecos y eventos acústicos sobrecogedores.

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La vida en la comunidad transcurre entre el trabajo y el juego. Los espacios de las dos calles comunitarias tienen sólo mini granjas y viviendas rurales unifamiliares. No hay canchas, escuelas o espacios para el deporte. En cambio, está la calle que ha sido tomada por los niños quienes juegan de todo, improvisando canchas de fútbol, básquet y béisbol. Es una vida donde la calle es parque en espacios abiertos, estás aquí o en los cultivos, o en los potreros, o trabajando en la nueva clínica, o empleado en la posada atendiendo turistas, o en el auto lavado, o como jardineros, o en los recónditos bosques de la montaña. Puedes vivir la diversidad natural y cultural en un corto espacio que va de unas pocas hectáreas pobladas, unas 100 de potreros y cultivos y por lo menos  un millar en la cordillera verde  del Parque nacional Yurubí, no habitada por humanos, repleta de una palpitante diversidad de insectos, aves y mamíferos, por mencionar sólo algunas de esas maravillas vivientes.

  Ocurre algo excepcional en la calle los mangos,  una de las calles mencionadas, detrás de la clínica y el nuevo conjunto residencial Caña Dulce, construido en la última década en tierras de la comunidad. David vive en una de las viviendas unifamiliares, junto a sus dos hermanos y su mamá, Teresa. Su minusvalía física supera todos los obstáculos y él es líder bateador en béisbol de calle con pelota de fibra  envuelta en media de tela . David batea y se moviliza ágilmente  a todas las bases y es un adolescente  activo y lleno de ganas de vivir.  Todos sus amigos le apoyan y él muestra el valor de sentirse querido por toda una comunidad. La calle es así un centro de drenaje y transformación aquí en la Comunidad de la Montaña.

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Teresa es una de las mujeres destacadas en esta comunidad, es la madre de David, de Cristopher, alias Nené  y de Richard. Realiza muchas labores como mamá. Aquí  limpia una olla en  la batea que está mirando al patio doméstico de su casa, empleando una esponja natural de estropajo o limpión, un bejuco o trepadora que crece en la montaña.  Su padre, el Sr. Antonio es uno de los agricultores emblemáticos de esta comunidad.

La Montaña es una comunidad mestiza en todos los sentidos. Hay mujeres profesionales con el clásico de vida urbana, familia pequeña, uno o dos hijos con educación dirigida y orientada  en ese sentido, por motivos culturales o religiosos.  Por otro lado, más que todo en la atmósfera rural, hay otros modelos de familias numerosas y embarazos a temprana edad.  En cualquiera de las familias destaca el papel de la mujer como líder social, cultural  y espiritual de su grupo. Las grandes decisiones comunitarias han sido dirigidas por las mujeres. Así llegó el Vetiver a la montaña, a través de las mujeres.

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La historia de la Comunidad de la Montaña es una epopeya de la fertilidad, y un desencuentro con aquello que , a veces sin saberlo, crea la infertilidad. Y querámoslo o no se transforma en paradoja.  Este es un espacio natural de permanente cambio, evolución y reflexión ecológica. Así es la comunidad a la que llegó el pasto  Vetiver para quedarse.
Los brotes del Vetiver llegaron como una escuela itinerante desde la Posada Granja Momentos. La Posada, ha sido un tesoro que germinó aquí en la Montaña, dirigida por unos soñadores caraqueños embrujados por el encanto de la naturaleza circundante. Hoy por hoy,  uno de los desarrollos  agroecoturísticos más valiosos de la ciudad de San Felipe. Desde ese espejo, los posaderos, vislumbraron tierra fértil para sembrar el Vetiver. Así, la cultura de un pasto milenario, germinó  no sólo en la tierra fértil, sino en la mente fértil de los niños de esta Tierra de Gracia.



Vetiver: sinónimo de trabajo y amor para quienes la bregan en  La Montaña 

II. LA GESTACIÓN DEL VETIVER EN “LA MONTAÑA”

De cómo en la tierra fértil del agroturismo ecológico 

germina el brote de Vetiver

Fotorreportaje ecologico por: Nicolas Rodriguez Donoso
Tutora del Trabajo de grado: Ayarí Orellana

En esta tierra de leyendas cuentan historias mágicas de espíritus poseídos por la naturaleza. Algunos lugareños aseguran que quien beba el agua de los manantiales de estas montañas yaracuyanas se quedará aquí para siempre.  Y así fue a  principios de 1990 cuando dos muy urbanos  caraqueños, comerciante y gerente bancaria llegaron a San Felipe, y elegidos por el cautivo encanto legendario decidieron hacer vida en el sector de la Montaña, primero como una pareja aventurera buscando privacidad y tranquilidad, y luego compartiendo con los turistas y amigos los servicios de una Posada que llamaron Momentos. La escuela agroecoturística había comenzado sin darse cuenta y el Pasto Vetiver era sólo un habitante invisible, un momento desconocido, un secreto en el profundo inconsciente de los creadores de la Posada reservado para el futuro.

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Se trata de Aura Ovalles y Efraín Pérez, dos caraqueños poseídos por el espíritu de la naturaleza y el servicio turístico. Y así, embrujados por la montaña y sus manantiales  se construyeron una hermosa residencia, como volviendo a armar la vida de las hadas y los habitantes del bosque en su propio espacio. Así llegaron las tejas, los espacios abiertos, el agua de manantiales en piscina y cascada, el caney, más habitaciones dentro de lo verde, y los árboles frutales como elementos de un cuadro pintado con los colores de la flora exótica tropical.  Semejante atractivo, fue compartido y se transformó en el centro de atención y hospedaje de turistas de todas partes, y más aún, el sitio de encuentro para comer y vivir una experiencia natural. La Posada Momentos es un cuadro vivo de energía y como lienzo los artistas comenzaron a pintar y a dibujar sus sueños.

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Los árboles centenarios como el Caro-caro que es, aunque parezca raro familia de la caraota, son testigos silenciosos, protegidos por la gente de Momentos. Abajo, la flora exótica de musas tropicales ornamentales, familia del cambur, así como las zingiberáceas. Todo está aquí. Bajo esta tierra todas las plantas se comunican por intrincados laberintos de hongos y bacterias. Este mundo sabe más del ser humano que el humano de ese mundo verde y silencioso. Pero nuestras intuiciones   sospechan  de ese encanto. Un propósito grandioso se entreteje, en estos bosques   donde no es mentira que viven aún lagartijas, iguanas y serpientes, herederas de los dinosaurios. Y desde esta plataforma de biodiversidad, todo es posible. Aquí está la estrella solar y el agua del cosmos, en verde clorofila y flores multicolores. Aquí esté la superenergía que hace posible las ideas y que seguirá                                                                                             llamando a la creatividad.


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Aura Ovalles y Efraín Pérez, habían transformado su casa en una Posada, en un centro para compartir experiencias ecológicas. Y esto no tardó en convertirse en una escuela de vida. Primero para todos los que laboran allí, unas 25 personas, y luego de jóvenes pasantes de diferentes universidades locales.  Los ancestros de Aura y Efraín, desde el campo andino y desde la manufactura del tabaco, hablan aquí como espejos. Se encuentra campo y ciudad unidos, naturaleza, agricultura y urbe, hay un encuentro que despierta  y necesita expresarse. Así ,  la tierra eligió a la Posada como Museo activo y creativo, para conservar y proyectar valores. Y en cada Momento de Momentos, un nuevo invento: El invernadero, el zoológico de contacto, las nuevas habitaciones, la cocina y menú renovados, tienda de artesanía, la sala de conferencias, el Centro de Masaje y el vivero.  

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Los nuevos espacios abrieron más la mente, había que hacer nuevos, funcionales e innovadores techos y recrear los lugares con mueblería que tuviese ese toque mágico, bello y duradero. Para ello, había que investigar en nuevas fibras naturales nativas. Un techo nos remonta a las primeras cuevas que habitamos como humanos, y también a los árboles a los que nos subimos hace miles de años buscando apoyo, escapando de los peligros. La mueblería  por otro lado es sinónimo de hogar, de ese lugar donde se reposa y siente la casa. Así, que si hay algo común en esta búsqueda, es la de un hogar donde vivir cómodamente, para darle protección  y descanso al cuerpo, y una oportunidad a la mente de invertir en la imaginación.


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En los albores del 2014, Efraín y Aura conocieron al pasto Vetiver y confiando de nuevo decidieron innovar y aprender  de las bondades del mismo. La idea extraordinaria, motivada por la experiencia de la Fundación Polar, era incorporar a la Comunidad de la Montaña, animarlos, darles apoyo técnico y pedagógico para hacer con ellos un equipo de cultivadores, cosechadores y usuarios   del Vetiver. Se requería un nuevo espacio y nuevo conocimiento para la siembra. Como todo, era sólo experimentar. ¡Había que correr el riesgo!, ¡Valía la pena correrlo!; Y volvieron a inventar sembrando a pleno sol, entre banderas y emblemas, un sueño de raíces menudas: El pasto Vetiver.


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¿El resultado?: Un espléndido pastizal. Efraín levanta los brazos, que como alas, anuncian el despegue y las gracias, sobre éste oráculo verde que prosperó. Es un ritual por la fertilidad de esta  tierra yaracuyana. Y es que el pasto te abre un sendero. Es más que una foto de plantas, es un sonido verde que recorre con corrientazos tu mente, que se regocija  en esta celebración. El Vetiver te anima, su crecimiento te alimenta y sembrado en la tierra, sólo verlo te hace pensar que todo es posible en respuesta al agua y a la energía solar. Un espectáculo de millones de años de evolución se repite en sólo tres meses en este  cultivo perenne. Y sólo hay preguntas: Ahora que se ha comenzado, ¿qué más se puede hacer? parafraseando a Efraín: "El laboratorio inspira y ayuda a entender que somos parte de todo esto, que somos guardianes  y estamos en diálogo con todo esto." Sí el ser humano siembra el Vetiver, es sólo un instrumento de esta naturaleza solar, que nace como Vetiver y piensa como humano consciente, en un equipo unificado.




III. LA IMPORTANCIA DEL VETIVER

Vetiver: centro de origen y mantenimiento de la vida


Fotorreportaje ecologico por: Nicolas Rodriguez Donoso
Tutora del Trabajo de grado: Ayarí Orellana



Se ha hablado mucho sobre el Vetiver. Sorprende, no obstante la relativamente escasa información y sensibilidad que hay respecto a su historia de vida. El Vetiver o como dirían en los espacios asiáticos donde se originó, el “Khus-Khus” es uno de los visitantes verdes que vino para conservar la tierra, y prepararla para sus sucesores. No es fácil ir más allá  del valor utilitario de la visión humanista, y entrar en la ecología profunda donde  todo está interconectado. Pensando en Vetiver  es el comienzo de esta conciencia y ruta comprensiva. No lo decidió el fotógrafo editor. Son los mensajes que el mismo Vetiver manifiesta como pasto en una red de raíces sociales como el Internet humano.
 ¿A qué se parece este verde emergente? De inmediato viene la idea de la espiga que nos vincula al trigo y de repente la forma que recuerda a la mazorca del maíz, los tallos erguidos son reminiscencias de la caña de azúcar y del bambú,  son  los bastones verdes cuyas líneas marcan direcciones e inclinaciones solares. En cada observación continuaran las sugerencias y semejanzas de las diez mil especies vegetales de gramíneas que conforman el 20% de las especies de todo el planeta. Abrimos el espacio para tratar a una de las familias de cuyas desenvolturas depende el destino del planeta entero.

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Esta revisión debe ser profunda, hay que llegar a la raíz de las cosas para conocerlas. Allí descubrimos el sustento original de la vida, se trata de una constelación y laberintos de pequeñas raíces… y de repente un brote verde, que en miniatura, revela el plan regenerativo, lo que va ser el futuro de espigas, muchas raíces bajo tierra para sustentar los brotes verdes de los futuros pastizales que cubrirán la tierra. ¡El secreto está en las raíces!. Allí, en medio de la oscuridad se harán todos los intercambios necesarios para sustentar al verde. El verde a cambio le devolverá a la tierra el tesoro de la fotosíntesis, que no es otra cosa que azúcar como fuente de energía para que la refinería completa funcione. Desde la oscuridad se urde el plan y siendo que la tierra es la receptora del balance, ella protegerá los brotes ocultos donde se guardan los secretos
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La exploración de la tierra donde crece el Vetiver. Los brotes verdes crecen todos muy juntos como una estrecha familia que ocupa todo el espacio posible. Sí se desentierra y se abren caminos con las manos, se descubre, al excavar hasta 4 metros que las raíces continúan allí. El suelo está vivo, tiene arena, arcilla, limo y materia orgánica, y ahora es evidente o se revela que las raíces son una red o malla que le da una estructura. Como en todos los lugares del universo, aquí hay una geometría de relaciones y el Vetiver y su familia nos cuenta cómo y por qué se mantiene la fertilidad de la tierra. La riqueza está allí guardada en los espacios microscópicos de un océano de gotas de agua represada en raíces, a través de las cuales los minerales viajan, y se hacen los intercambios entre la vida y la muerte entre lo mineral y lo animado.


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En biología, un rizoma es un tallo subterráneo con varias yemas que crecen de forma horizontal emitiendo raíces y brotes herbáceos de sus nudos. Y los rizomas crecen indefinidamente. En esta afirmación yace un secreto a voces del Vetiver. Bajo tierra, oculta tallos subterráneos que crecen ávidamente en sentido horizontal, repitiendo después de cada fragmentación o corte, el mismo plan: nuevas y pequeñas raíces, nuevos y pequeños brotes radicales. Parafraseando a Deleuze y Guattari, en su teoría rizomática , estas plantas son como sociedades que crecen indefinidamente, como lo hacen sus rizomas y brotes. Son sociedades no jerárquicas, no homogéneas, que están dispuestas a recomenzar en cualquier punto, desde una experiencia que no depende de jerarquía sino de intercambio horizontal. Este grado de autonomía que se actualiza permanentemente, hace que el pasto Vetiver pueda ser considerado como un sistema en permanente regeneración. Esa malla de tallos y raíces subterráneos son también una refinería biológica,  de aceites esenciales para preservar la integridad. Por eso también el Vetiver es un aroma. Su autonomía horizontal es un gran misterio y un gran secreto de la base de la pirámide vital.

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Tan fuerte es la unión del pasto a la tierra que, al tacto, se le puede utilizar como liana o cuerda que soporta el peso del cuerpo humano. En el Vetiver están los azucares y las fibras necesarias para soportar este peso.  La malla de rizomas y de raíces que se han descrito es un portento que amarra la estructura de la tierra. Arriba, sobre la malla, una estructura liviana de brotes verdes que es la antena receptora de todos los tesoros de la luz. Abajo el suelo oscuro que guarda como en un banco todos esos tesoros, todos esos mensajes solares. Así funciona el pasto Vetiver. No extraña entonces que este sistema tenga tanta importancia para conservar y manejar la fertilidad de los suelos, evitando su erosión aumentando su fertilidad y purificando su química, cuando siembras Vetiver, no solo siembras una planta en su sentido productivo y ornamental, sino que instalas una verdadera refinería.

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 Los tallos aéreos se recuperan en el corte y los seres humanos los aprecian de manera particular porque han aprendido que la fibra del Vetiver es un recurso valioso para la vida en comunidad. A diferencia de los arboles el corte de Vetiver prácticamente a ras del suelo, incentiva a su regeneración lo que recuerda su biología rizomática de crecimiento indefinido, así que el Vetiver está hecho para ser manejado a través de corte y su autonomía regenerativa lo transforma en un sistema de producción permanente que más temprano que tarde va a crear los espacios para que otras plantas locales vuelvan a recolonizar y a recuperar el ecosistema.


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En el camino los lugareños pondrán a secar el pasto cortado, no quedará sino la fibra, hecha del azúcar vegetal llamada celulosa y lignina para iniciar la futura creación. Aquí están los hilos para empezar a trabajar. Podríamos decir que termino el Vetiver y comenzó la humanidad, pero no es así. Los seres humanos también, en un sentido constructivo, podrán ser como los rizomas del Vetiver, tratando de incorporarse a esta red interconectada de crecimiento indefinido. El Vetiver no termina creciendo en la tierra de cultivo. Sus bastones son una herencia para que las personas inventen y le den sentido y propósito a ese crecimiento, cuya gran belleza es que en cualquier parte del camino habrá energía y vitalidad para volver a comenzar.

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Vetiver: Trabajo y amor por la tierra

IV. LOS MAESTROS Y ARTESANOS DEL VETIVER

Libros vivientes: encuentro de generaciones y saberes

Fotorreportaje ecologico por: Nicolas Rodriguez Donoso
Tutora del Trabajo de grado: Ayarí Orellana



Comenzaba el  año 2016 una gran tarea: resonar con las enseñanzas del pasto Vetiver. La profesora Grace Rivero fue invitada junto a su esposo Edgar para multiplicar sus encuentros cercanos con el Vetiver. Grace y Edgar no eran sólo profesores, eran promotores culturales,  creadores, exploradores, artesanos. En fin, en sus manos había energía creadora, y ejemplo. Hoy por hoy, es  necesario destacar las cualidades profesionales y espirituales de esta joven maestra y esposa dedicada. Callada y medida en sus palabras, supo encarar el reto de mostrarle a la comunidad como manejar la fibra del “Khus-Khus” o  Pasto Vetiver. Grace, junto con Edgar, su esposo, vinieron invitados por el equipo de la Posada Momentos como parte de un intercambio de servicios. Sin saberlo, los posaderos y los profesores iniciaron lo que ya había comenzado con los rizomas de la planta en la profundidad de la tierra, crecer indefinidamente.

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     La señora Egilda de Meléndez, la querida abuela de la montaña, por supuesto que recibió a Grace y a Edgar con mucha satisfacción, a ella le encantan las manualidades, le encanta tejer, moldear arcilla y ahora trabajar con la fibra del Vetiver, ¡nunca es tarde para aprender!, la abuela ha acompañado el proceso todos los días, durante todas las visitas de los creadores Grace y Edgar al Yaracuy. Estos emisarios del Vetiver llegaron motivados. Parte de este entusiasmo se derivó de proyectos de responsabilidad social, empresarial, iniciados por convenios entre la Fundación Polar y la universidad Central de Venezuela. Se iniciaba un genuino intercambio de Valores y todos, grandes y chicos estaban dispuestos a vivir la experiencia de sembrar, desarrollar los rizomas, crecer como Vetiver y ser parte de una expresión creativa ilimitada.



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¡EMPEZÓ EL ENCUENTRO DE SABERES!


     Grace y Edgar, eran los personajes mas esperados siempre por la gente, durante los últimos 3 años.  Siguen y  seguirán siendo bien recibidos en la comunidad de la montaña. Su presencia es una suma de emociones, es una celebración, por un lado sus enseñanzas, y por otro el sentir que eres visitado. ¡Y que todos van a tejer!. Para los niños especialmente, un premio. Y hablando de niños, durante años, Grace siempre quiso ser mamá y lo pensó y lo pensaron, y lo declararon. Misteriosa y milagrosamente llegó el bebé, a quien amamantaron con leche de cabra… En la comunidad se rumora ahora que ese bebé es un niño del Vetiver, porque sus padres están enamorados de la vida y de lo que hacen

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      Migue Angel, un niño de 10 años de la montaña, fue uno de los que recibió con gusto el premio. Sus manos grandes y morenas se adaptaron de inmediato al Vetiver y empezó un encuentro mágico. Es como darse cuenta en un instante  que esto que se aprende ha sido siempre para él.





                   


Para Valentina Reyes Hidalgo, una niña montañesa de 9 años, el Vetiver llegó en el momento justo. Ella ha sido una niña muy estudiosa y dedicada, perfeccionista. El Vetiver era divertido y serio a la vez. Iba con su estilo de personalidad, le permitía concentrarse y sentir que hacia algo muy bonito. Tejiendo se sentía más Valentina.






         El encuentro de saberes afectó muy particularmente a Miguel, alias “miguelito”, quien le encantaba y encanta compartir lo que ha aprendido. Sus manos y pies prodigiosos, llenos de vida, hicieron una gran amistad con la fibra del Vetiver y miguelito empezó a ser también la labor de sus maestros. ¡Tiene confianza, sabe lo que hace!



El circulo de la cultura estaba consumado, al estilo del maestro brasileño Pablo Freire, todos unidos alrededor de un eje, un centro de atención. Con una sola brizna de paja  Vetiver, se había encendido la mecha de una escuela en plena calle, un centro de atención y de debate, un estímulo para mantenerse unidos, no sólo entre humanos, sino con toda la naturaleza circundante. Los rizomas niños se estaban multiplicando.







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Vetiver: un puente entre generaciones de maestros y artesanos



V. VETIVER: INTELIGENCIA Y CREACIÓN SOBRE UNA FIBRA PRODIGIOSA

Del como una técnica artesanal es modo de producción y de reflexión ecológica


Fotorreportaje ecologico por: Nicolas Rodriguez Donoso
Tutora del Trabajo de grado: Ayarí Orellana



De repente, se le hace un nudo en la garganta al fotógrafo. Mientras observa por su lente, tiene un extraño recuerdo´, un dejavú, como si él se encontrara  en otro momento del espacio  y del tiempo:  Homo habilis, -un pariente cercano del Homo sapiens actual-  en algún lugar de África, Kenia o Tanzania, tomando herramientas, dando los primeros signos de que los primeros seres humanos usaban sus manos como y para manejar   herramientas. Y de repente, de nuevo allí tomando la fotografía, viendo las manos mestizas en  la inevitable tentación de enrollar la fibra del Vetiver, para hacer algo, que no  se sabe que es, pero a la vez es un dictamen inteligente para hacerlo, un secreto a voces que te dice: “Cuando lo veas, observa… corta, enrolla y después anuda y después…no sabrás…”. Así comienza  un artesano de las cuerdas naturales que vibran y resuenan con la canción del mensaje inevitable: Tomar y hacer, confiar en el verde y crear, Pensando en Vetiver.
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   Ya se habían sembrado las plántulas en un espacio soleado , que no tenía árboles, hace 3 meses. Todo lo necesario para crecer era regar con el agua de la quebrada.

   Lección 1: Era el momento de cortar para cosechar las   hojas que son las antenas verdes del Vetiver. Hay fuerza en la mano para empuñar esta espada de hojas. El pasto no muere. Todo lo contrario, hay una sola palabra que se activa en el mensaje a los rizomas y raíces del lado oscuro: vamos a regenerar y  prosperar, hay que seguir echando brotes y fabricando azúcar traduciendo las ondas de la estrella solar".




 
  Lección 2:  La cosecha y cabellera de Vetiver es secada al sol.  Sus hojas ahora son  hilos de azúcar  con un toque de lignina. Bien secos están listos para comenzar a inventar en el telar de la imaginación.  En ese momento comienza el artesano. Hay mucho trabajo para todos los que están dispuestos a tejer. 

     Lección 3: La mano suave toca la fibra y la siente.  Aún, con los ojos cerrados, el Vetiver  penetra los sentidos y te anima a seguir adelante. Sobre un soporte metálico tipo marco, se sujeta la fibra y comienza el enrollamiento sobre si misma, el entorche.





       La mano dirige a la fibra. En nuestro cerebro, sentir y hacer, se conectan con la geometría de una espiral que va a ir creciendo en fuerza y sentido. Es un portal transformador de hoja de pasto a objeto creado.





      El trabajo es un arte de tejer, enrollando y apretando con firmeza la fibra humedecida en el agua de río del cuñete.  Las manos están coordinadas y dirigen el  concierto del entorche, como directoras de una orquesta de tejido. Al final de estas tres tardes de trabajo extra-escolares, estarán listas dos nuevas sillas para sentarse y hacer otras tareas. El trabajo terminado es la geometría de la comodidad y de la belleza emitida por esa alternancia cinética de una cabuya de Vetiver en un sentido y luego el otro, en un ángulo de 90 grados. 
      Pocos saben mucho de matemáticas, pero en esta calle creativa, muchas personas sienten a la matemática en su arte.     

   


   Firme, tensa fibra entorchada sobre si misma, continua el trabajo para cubrir las otrora sillas desnudas. Dedican toda una semana  profesores y aprendices, y con el tiempo todos tejen, porque hacerlo es como parte del recreo. Mientras tejes vacías la mente, y eres uno con el Vetiver.












     
  La mano y la fibra cuidan la cobertura de esta serpiente vegetal. Se Requiere paciencia, pero vale el esfuerzo, solo por el juego de enrollar y tejer. Los niños trabajan unidos e individualmente vistiendo estas viejas sillas, otrora solamente desechos. Ahora el Vetiver es el vestido de gala. No solo es la fibra, es la dedicada y delicada energía de este esfuerzo por transferir y multiplicar la belleza natural.










Hay un orden que invita al orden.  Se construyen poco a poco los asientos.  Aquí hay tiempo para cada uno y para todos. Cada uno reflexiona y respira y continua. Es una invitación a perseverar.











Jeriká  Eloí con sus 13 años está conforme y orgullosa de su asiento y dispuesta a continuar nuevos proyectos.









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Dice el artesano. “Si preparo las cuerdas o crinejas del Vetiver entorchado puedo hacer otras creaciones, y empezar la cestería, y el Vetiver no vence y no se lo comen las termitas. Seguramente porque tiene olor a perfume”.












En el patio de la casa mientras Teresa lava las ollas, Maríangel y Ana Victoria tejen, con la fibra del Vetiver sembrado en el patio de su casa. Tejer  en la montaña ya es algo cotidiano y natural.






Miguelito, un niño de trece años, entrega el secreto a voces de un artesano del Vetiver. “me siento tranquilo, mientras tejo pasa el tiempo y todo mi cuerpo está unido, ya no estoy solo y el Vetiver es un espejo donde mis pies y manos se alcanzan, hacen que me sienta capaz de jugar, inventar y no tener miedo, de estar reposando y volar como los pájaros… Vetiver es libertad”.








Vetiver: Es Libertad y quietud